La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires sancionó la declaración del lunfardo como Bien Integrante del Patrimonio Cultural. La iniciativa lo inscribe dentro de las “expresiones y manifestaciones intangibles de la cultura ciudadana”, que abarcan tradiciones, costumbres y formas de expresión popular de valor histórico, artístico y lingüístico.
El lunfardo se formó a fines del siglo XIX en Buenos Aires, en un contexto marcado por la inmigración masiva y la vida urbana en los barrios populares. Lo que comenzó como un argot de sectores postergados pronto se difundió transversalmente en todas las capas sociales. Palabras como pucho (cigarrillo), laburo (trabajo) o afanar (robar) pasaron a integrar un repertorio lingüístico que enriquece el español rioplatense con matices propios y significados imposibles de traducir con el vocabulario estándar.
Según los fundamentos del proyecto del legislador Juan Manuel Valdés, el lunfardo expresa valores, emociones e intenciones de manera única, y su utilización implica siempre una elección consciente frente a las formas del español general. En sus primeras décadas, incluso, servía como un desafío verbal frente a la cultura dominante, otorgando a quienes lo empleaban una forma de resistencia cultural y social.
Aunque nació en la Ciudad de Buenos Aires, el lunfardo trascendió rápidamente sus fronteras. Desde la década de 1970 se convirtió en un argot reconocido en toda la Argentina. Hoy, su importancia no se mide únicamente por la cantidad de personas que lo usan de manera cotidiana, sino por el amplio grado de comprensión social, lo que en lingüística se conoce como “competencia pasiva”: casi todos los argentinos entienden los lunfardismos, incluso si no los emplean de forma habitual.
El proyecto sostiene que el lunfardo no debe verse solamente como un vector de transmisión cultural, sino como un patrimonio simbólico en sí mismo. “Muchísimos argentinos tienen la certeza de que el lunfardo constituye una marca de identidad, una huella que los distingue de otros hispanohablantes y fortalece su sentido de pertenencia a una cultura donde la lengua y el arte popular son un ingrediente esencial”, señala el texto.
La fusión criollo-inmigratoria que dio origen al lunfardo lo convirtió en una expresión profundamente arraigada en el español rioplatense. Su uso en la literatura, el teatro, la música popular —en especial en el tango— y hasta en el cine y la televisión consolidaron su permanencia como parte esencial de la identidad porteña y argentina.
Desde 1962, la Academia Porteña del Lunfardo se encarga de investigar, recopilar y difundir el acervo lunfardo. Se trata de una asociación civil sin fines de lucro que funciona desde 1987 en su sede de la calle Estados Unidos al 1300. Allí se realizan estudios lingüísticos, actividades culturales y se conserva una biblioteca especializada que testimonia la riqueza del habla coloquial porteña.
Con la sanción, el lunfardo quedará oficialmente protegido como parte del patrimonio cultural inmaterial de la Ciudad de Buenos Aires, junto con otras expresiones tradicionales. Así, el proyecto buscó garantizar la preservación de un repertorio lingüístico que, lejos de ser una curiosidad pintoresca, constituye un caudal simbólico y una memoria colectiva que identifica a generaciones de argentinos.