La comunidad residente del convento y el monasterio de Santa Catalina, situados en el barrio porteño de San Nicolás, convocaron a una reunión abierta para el martes a fin de analizar el proyecto que busca levantar un templo mormón en el predio lindante a las construcciones históricas.
La cita es a las 17 en el claustro del monasterio para conocer los detalles de la venta del predio que fue considerado con alto valor patrimonial y arqueológico.
La preocupación de la comunidad de Santa Catalina alude al sitio donde funcionó por décadas un estacionamiento para autos situado en la manzana delimitada por la avenida Córdoba y las calles Reconquista, Viamonte y San Martín.
Según aseguraron, el lugar fue vendido a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, conocida informalmente como Iglesia mormona, para la construcción de un templo en la ciudad de Buenos Aires que se sumará al que tienen en Ciudad Evita, a un costado de la autopista Ricchieri.
El terreno elegido para la nueva sede de la congregación mormona forma parte de un Área de Protección Histórica del microcentro porteño, al igual que las dos construcciones vecinas -el monasterio y la iglesia de Santa Catalina- que datan de 1745 y que fueron declaradas como Monumento Histórico Nacional.
Desde hace décadas, el lote es foco de atención tanto del grupo vecinal del convento, así como también de organizaciones dedicadas a la preservación, como Basta de Demoler, por su "reconocido valor patrimonial" vinculado a la época colonial, pero también por la existencia de informes que aseguran que allí hay restos arqueológicos que deben protegerse.
La iglesia y el monasterio alojó a la orden de las Catalinas, conformada por mujeres religiosas, desde mediados del siglo XVIII hasta la década de 1970, cuando la congregación se trasladó a San Justo, en la provincia de Buenos Aires.
De acuerdo a un informe arqueológico elaborado hace unos años por la investigadora del Conicet Ana Igareta y solicitado por el rector del monasterio y la iglesia, presbítero Gustavo Antico, en el terreno lindante "se ubicaron inicialmente su cementerio, el huerto y sucesivas construcciones erigidas y demolidas a través de los siglos".
Según la cronología, entre 1750 y 1898 fueron solicitadas licencias para el entierro de 43 religiosas, lo que implica "que fueron inhumadas entre los siglos XVIII y XX en la manzana que nos ocupa y solo hay registro de la exhumación y traslado de una de ellas, la madre fundadora del Monasterio".
"El resto de los esqueletos y de su cristiana sepultura permanecen conservados en su subsuelo, en un sector que no ha sido identificado aún", sostiene y advierte sobre la importancia de la protección de los materiales arqueológicos que podrían permanecer en el lote.