La Secretaría de Ambiente porteña incorporó cuatro
cabeceras de Trenes Argentinos S.A. como puntos de recepción de pilas usadas,
llegando a 109 lugares en la Ciudad.
“Nuestro compromiso es sumar cada vez más puntos de
recepción porque sabemos que cuando más amplia sea la red, mayor será la
respuesta. Con esta estrategia buscamos garantizar que la mayor cantidad de
pilas usadas tengan el tratamiento adecuado y no contaminen el ambiente”,
explicó Inés Gorbea, secretaria de Ambiente de la Ciudad.
Las pilas se pueden llevar, además, a los Puntos
Verdes Móviles, que recorren las 15 comunas y que repiten cronograma todas las
semanas, a los Puntos Verdes fijos, a las Farmacias Dr. Ahorro y a las
Estaciones de Servicio Axion que se encuentran en la Ciudad de Buenos Aires.
Según se informó, las estaciones de trenes que se
sumaron son Retiro Mitre I: Av. Dr. José María Ramos Mejía 1402 (Comuna 1,
Retiro); Belgrano Sur I : Av. Sáenz al 800 (Comuna 4, Nueva Pompeya); Estación
Once III: Teniente Gral. Juan Domingo Perón 2867 (Comuna 3, Balvanera), y Constitución
II: Hornos 11 (Comuna 1, Constitución)
La recolección de pilas en la Ciudad comenzó en el
2018 con una prueba piloto luego que la Legislatura porteña aprobara el
proyecto de Ley para la Gestión Integral de Pilas en Desuso. Esta ley establece
la Responsabilidad Extendida del Productor, es decir, que la persona que
produzca, importe, distribuya y/o comercialice pilas es responsable de su
gestión al final de su vida útil.
En todos los puntos se reciben pilas portátiles de
uso doméstico, recargables o de varios usos como las AA, AAA, AAAA, C, D, N, 9V
y botón (o moneda).
Una vez desechadas, las pilas pueden perder su capa
protectora de metal, ya sea por corrosión interna de sus elementos o por acción
climática, causando el derrame de metales pesados que pueden lixiviarse a
través del suelo y alcanzar cursos de agua subterránea y acuíferos con un alto
impacto a los recursos naturales y a la salud.
Los metales pesados que contienen las pilas como el
cadmio, plomo y mercurio son tóxicos aún en concentraciones bajas y tienen
tendencia a acumularse en los seres vivos.
Otros compuestos, como los ácidos, álcalis, sales y
metales como el níquel, litio, zinc, manganeso, hacen que resulten riesgosas
para la salud y el ambiente frente a una inadecuada gestión de las mismas.