En coordinación con el ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, los voluntarios desde sus domicilios confeccionan un promedio de 120 mascarillas por semana siguiendo las indicaciones de la Cámara Argentina de Impresión 3D y Fabricaciones Digitales.
“De esta manera garantizamos crear productos confiables, funcionales y de calidad”, sostiene Guadalupe Pascal, secretaria de Investigación de la unidad académica y parte del equipo que coordina los distintos puntos en que se realiza el trabajo.
Para hacer estos productos “seguimos las recomendaciones de la Cámara Argentina de Impresión 3D sobre los mejores materiales para bioseguridad”, explica Mario Bugallo, docente de la Escuela Secundaria Tecnológica Carlos Giúdici dependiente de la Facultad y de la cátedra Internet de las Cosas, y agrega: “Están basadas en modelos que se comenzaron a utilizar en Europa y nosotros las adaptamos a nuestras necesidades”.
Por otro lado, el profesor detalla que una vez finalizadas se somete el producto a una proceso de “recocido” en el que se sumerge la máscara en agua a 180° para eliminar la posible contaminación que haya sufrido durante su confección.
En esta iniciativa están comprometidos docentes, investigadores y estudiantes de la Facultad.